Por siempre aleación de dos metales
en uno por la vida ya fundidos,
el rítmico sonar de dos latidos
que aúnan esas notas desiguales.
No sé por qué caminos celestiales
llegaste hasta mis piélagos dormidos,
si sé que despertaste mis sentidos
con esa luz que me inundó a raudales.
Y desde aquel momento aquí, a mi lado,
alumbra el guijarral de mi sendero
tu marcha que a la mía sigue unida.
Mi rumbo de tu mano me he trazado
que quiero ser tu eterno compañero
Un bonito soneto que no es nada facil conseguir. Un abrazo
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