Pastores sin aprisco ni rebaño,
¿qué hacéis en estos cerros
abúlicos, en vuelo de hojas secas
donde os lleve el viento?
No traen vuestras mañanas inquietudes
ni vuestras noches sueños,
ni el ansia de volver de atardeceres
florece en vuestros pechos,;
Os dejan en la margen del camino
como plantas sin riego,
¡inmóviles el músculo y la fuerza
que son el movimiento!
Unid esa energía encadenada
en un pantano inmenso
que un día se libere de los diques
y eche a andar como el viento,
que aleje frases hueras y promesas,
las de sonido hueco,
los falsos manantiales de espejismos
en medio del desierto.
Hay que erigir por fin la recia casa,
la de firmes cimientos
donde todos tengamos pan y sitio
en convivir fraterno.
Será un hogar feliz, iluminado
por nuevo pensamiento
que haremos prosperar con nuestro esfuerzo
nosotros, los obreros.
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