Arado timonero, se
asemeja
tu hurgar al ansia
de encontrar tesoro,
hiendes
la tierra con tenaz desdoro
buscando ese
embrión: la raíz vieja.
De oxígeno y de
luz abre tu reja
torrente que el
turtó hambriento muerde,
mezclado
con la tierra y surge el verde
milagro de la vida
hecha guedeja.
El jugo esmeraldino
arriba guardas
para la rueda que el fluir rescate
y el jugo virginal
cumpla su pacto.
Entonces se dará
suelto y sin bardas
a todo aquel que en
amoroso embate
se quiera enriquecer
con su contacto.
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