Cuando yo sea mayor, seré invencible,
que férreo valladar tendré a la sombra
de mi padre, gigante e infalible.
Mis días rodarán sobre la alfombra
ella, que siempre que mi amor la nombra
acude con su carga de ternura,
desbrozando el camino ante mi paso
que no hallará jamás la senda dura.
Cuando yo sea mayor, no habrá fracaso
como hoy al perseguir cada quimera,
porque a la luz dormida en cada ocaso
la encontraré, se oculte en dondequiera,
y heróicas clavarán mis ambiciones
en las más altas cotas su bandera.
Cuando yo sea mayor, las ilusiones
rebosarán mi corazón de espuma
y aventarán tormenta y nubarrones,
baño de claridades, que sin bruma
serán blanco sitial a mi contento
el día que el lugar de adulto asuma.
Cuando yo sea mayor, igual que al viento
luciendo la cometa va su aliño,
remontaré feliz mi sentimiento.
Por eso, porque sólo habrá cariño
y no me cercarán dolor ni muerte,
cuando yo sea mayor… ¡quiero ser niño!
Precioso poema con ese broche final que lo resume.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Chelo. Participamos de una misma sensibilidad. A mí también me gustan tus versos,
ResponderEliminarme llegan. Un saludo afectuoso. José.
Apreciado José: El tuyo es un poema con música, palabras justas que honran una idea preciosa. Me ha gustado leerte. Abrazos.
ResponderEliminarGracias, muchas gracias, Vicente. En todos los trabajos ponemos la intención de que resulten
ResponderEliminarlas palabras vehículo adecuado a la idea que queremos plasmar. Y no siempre lo conseguimos.
Que a ti te parezca que este mío se aproxima a ese logro es cosa que me complace mucho.
Un abrazo. José.